Como CEO, es común que tengas una visión amplia, ideas constantes y la capacidad de detectar oportunidades en lugares que otros podrían pasar por alto; Sin embargo ¿alguna vez has sentido que algunas de estas grandes ideas no alcanzan a ver la luz? ¿O que, a pesar de tus mejores esfuerzos, algunos proyectos innovadores se quedan en el camino? La realidad es que para que una visión crezca y se convierta en acción concreta, hace falta más que creatividad y ambición. Aquí es donde entra en juego la figura del integrador.
El libro Rocket Fuel de Gino Wickman y Mark C. Winters explora la dinámica poderosa entre un visionario y un integrador. Los visionarios, con su enfoque en el "big picture" y su inclinación por asumir riesgos, necesitan un integrador para llevar a cabo las ideas, manejar los detalles y hacer que las operaciones sigan alineadas con la visión. Esta combinación no solo facilita la implementación de iniciativas de innovación, sino que también permite que el equipo se concentre en los objetivos de crecimiento sin perder el rumbo.
Contar con esta dupla dentro de una empresa fomenta una estrategia de innovación efectiva, en la que cada idea está bien evaluada y ejecutada, con un enfoque en el impacto y la viabilidad. El integrador actúa como un filtro, asegurando que cada iniciativa se canalice adecuadamente y que nada quede en el limbo, permitiendo al visionario concentrarse en el crecimiento a largo plazo sin lo que implica la operativa del día a día.
Aquí te comparto 5 claves que como CEO puedes rescatar de tener un enfoque de v/i para canalizar la innovación de manera efectiva:
El visionario suele ser quien observa la dirección a largo plazo, mientras que el integrador se enfoca en la ejecución operativa. Para canalizar las ideas de innovación, ambos deben estar sincronizados en lo que cada proyecto significa para la empresa. Esto se traduce en reuniones regulares y claridad en la división de tareas: mientras el visionario se concentra en ideas que abran nuevas oportunidades, el integrador las evalúa y convierte en acciones concretas. Este enfoque dual asegura que los proyectos de innovación estén bien definidos y que se alineen con los objetivos operativos.
Una de las funciones esenciales del integrador es actuar como un filtro que evalúa y prioriza las ideas de innovación del visionario. Con demasiadas ideas en marcha, es fácil perder el rumbo. El integrador se asegura de que cada iniciativa sea relevante para los objetivos estratégicos, evitando el desgaste en proyectos sin impacto real. Este proceso de evaluación permite dedicar recursos solo a los proyectos que prometen un impacto medible en el crecimiento de la empresa.
Un integrador tiene la habilidad de coordinar los recursos y las personas necesarias para llevar a cabo una iniciativa, asegurando que cada miembro del equipo entienda su rol en la ejecución de un proyecto innovador. Al tener un líder operativo que gestiona los detalles, los empleados se sienten respaldados y alineados con la visión general, lo que facilita una implementación más fluida y motivada. Esto fomenta una cultura de responsabilidad y eficiencia dentro del equipo.
El modelo de visionario e integrador permite un ciclo de retroalimentación constante y rápido. El visionario ofrece dirección estratégica y ajusta la visión según los datos del mercado, mientras que el integrador informa sobre el avance de cada proyecto y realiza ajustes en tiempo real. Esto permite a la empresa reaccionar rápidamente a los cambios y maximizar la efectividad de sus iniciativas de innovación, haciendo ajustes cuando algo no está funcionando.
Contar con un integrador ayuda a mitigar los riesgos asociados con la toma de decisiones impulsiva que puede tener el visionario. El integrador aporta una perspectiva pragmática y ayuda a planificar de manera realista la ejecución de cada idea innovadora. Esto permite que la empresa avance en su camino de innovación sin desviarse de sus objetivos estratégicos y minimizando los riesgos financieros y operativos, permitiendo que las ideas se transformen en logros sostenibles.
El enfoque visionario-integrador no solo fortalece la estrategia de innovación de una empresa, sino que también permite que cada idea tenga la estructura necesaria para alcanzar su máximo potencial. Al implementar este modelo, los CEOs pueden evitar la trampa de “iniciar sin concluir” y pueden ver sus ideas transformarse en resultados reales y medibles. Tal vez no lo habías reflexionado pero quizá ya conoces e incluso trabajas con un integrado, entonces ¿ya tienes claro quién es tuyo?